sábado, noviembre 22

como siguen las cosas que no tienen mucho sentido

Llevaba ya días pensando en que ninguna de tus razones para dejarme me parecían validas. Lo sabias, porque te lo dije muchas veces, que una de las cosas por las que me enamoré de ti fue que siempre pedías los porqués de mis acciones. Con tu nueva actitud esta cualidad estaba devaluada.
Esa noche -cuyo cielo sólo pintaba estrellas- hacia un viento terrible. Yo me preguntaba cuánta gente sentía el frío que se forma en los ríos azules de las dos de la madrugada. Nunca me imaginé que tú fueras uno de ellos, un desdichado bañado del alba que sigue preguntándose que pienso de él entre sueños.

jueves, noviembre 6

El espejo unificador



Julio, el narrador de Dama de corazones se pregunta: “¿Cuánto tiempo he estado así, indeciso entre la realidad y el sueño?”.[1] Eterna pregunta del género humano, ¿qué nos da la certeza de que lo que supuestamente vivimos es la realidad? Tal vez somos el sueño de algún otro –acaso de Dios, se pregunta Villaurrutia en “Estancias nocturnas”- y el miedo constante de caer en la verdadera existencia nos consume.
Xavier aunque, al igual que los surrealistas, está interesado en el inconsciente, en el sueño y en el poder revelador del lenguaje onírico también es influido por la tendencia clara que se presentó en su generación: un cuidado formal muy marcado e interés por lo clásico y su posible actualización. Es por ello que debía existir un término que uniera la corriente surrealista con las propuestas líricas del poeta: la propia respuesta villaurrutiana a la delgada línea entre lo real y lo irreal.
En el concepto villaurrutiano del espejo se encuentra una posible propuesta del poeta para la solución de esa angustiosa disyuntiva entre sueño y realidad, por lo tanto una respuesta a la intención surrealista de unir sueño con vigilia. Sánchez Martínez piensa en el espejo como un creador de dimensiones de encuentro y desencuentro. Justamente es en el espejo donde podemos concretar la búsqueda surrealista del yo concreto y del yo abstracto. El efecto de reflexión implica un reflejo y un reflejado. El reflejado es un objeto real, exacto, individualizado, algo o alguien, mientras que el reflejo es solamente imagen, reproducción, conceptualización. Es entonces, el signo, aquello que está en lugar de algo o alguien. “El espejo juega con el mundo, lo repite, pero sobre todo lo transforma en otra cosa.”[2] Si bien es cierto que el espejo une, también es cierto que separa a través de la mutación, pues existe en él un proceso degradante. En los poemas de Nostalgia de la muerte se encuentran campos semánticos que aluden tanto al espejo, como al fenómeno de reflexión, a la repetición, al eco y a la otredad.
Villaurrutia no habla de su imagen -de la que encuentra cada mañana en el espejo- cada vez que dibuja a la posible figura propia que se aparece en sus poemas, pero es cierto que le aterra encontrarla en base a que se reconoce a sí mismo, por medio de la efigie del espejo y es así como se daría cuenta de que es su cuerpo mismo el que dobla por la esquina. En el desprendimiento, tanto de su imagen como de los miembros del cuerpo y como de lo que le permiten distinguir sus sentidos (que según la filosofía sufí son los únicos capaces de darle certeza al ser humano) que el yo poetizado puede acercarse a lo real. Sólo acercarse, pues siempre quedará la “duda secreta”.
Según Paz, Xavier llama a Martin Heidegger “mi filósofo” y como tiene contacto con los trabajos del intelectual alemán cuando ya ha escrito la mayor parte de Nostalgia de la muerte lo considera, más que una revelación, una confirmación. Para Heiddeger es sólo por medio de la atormentada acaecida de lo ineludible de la muerte que el hombre puede realizarse y entonces ser completa y libremente sí mismo. La vuelta a la soledad del yo, el retorno a lo inmanente, se convierte en requerimiento para poder rescatarse a sí mismo de una exorbitante y, por lo tanto, dañina cercanía del otro. La concepción de la muerte y la soledad que se traduce en la actitud del poeta está palpablemente presente en Nostalgia de la muerte, es la confirmación de la que habla Villaurrutia con respecto a Heidegger.
Villaurrutia habla de acostumbrarse a ver su reflejo, es tan común verlo por medio del espejo, que tranquiliza su conciencia pensando en que se habituarán ambos a verse. Los dos “yo” que lo componen. La suma de todos los miedos y los temores la proyecta el espejo, las dos caras de la moneda: el reflejado como parte de la realidad mientras que el reflejo es parte de la irrealidad, la posibilidad manifiesta del surrealismo.


[1] Xavier Villaurrutia, Obra: Poesía, Teatro, Prosas Varias, Crítica, Prólogo de Alí Chumacero, 1era edición 1953, 3era reimpresión 1996, México, Fondo de Cultura económica, p. XVIII. p. 583.
[2] José Alberto Sánchez Martínez, “El sueño de la palabra: Xavier Villaurrutia y la noche” en Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid, 2008, http://www.ucm.es/info/especulo/numero37/xavvillau.html

miércoles, noviembre 5

Fuertes declaraciones

Adrián es un nombre como para volverse loca...