martes, julio 7

¿comienzos o finales?

Es triste ahora pensar en Guanajuato. Siempre lo odié. Tuvimos una lucha sin tregua estos últimos cuatro años. Hoy ya no queda más de nosotros.
Regresar a casa siempre deja algo de reconfortante aunque el momento es lo que me inquieta. Por fin había encontrado la compañía adecuada en mis lugares favoritos, la convivencia resultaba sana al final del día. Se acabaron las pláticas hirientes, las reacciones inesperadas, los recuerdos borrosos. Aunque más cerca de la pasividad que siempre aborrecí, encontré por fin un lugar donde me agradaba estar.
Ahora regresar me resulta complicado. No sé mucho de nadie y acá nadie sabe nada de mí. Me disgustan las expliaciones mientras me incomodan los silencios.
A menudo sueño con ustedes pero pocas veces los pienso en la conciencia. Me parecen lejanos y absurdos, me preguntó como pude verlos -siendo yo tan terriblemente miope- entre las sombras que los decoran.
Me es difícil entender si hay gran diferencia entre lo bueno y lo malo. Pero me gusta verme en el espejo al despertar: no siempre sonrío pero ya nunca estoy triste.