viernes, agosto 8

Perla

Probablemente, la medida del deseo sea tan arbitraria que tú mismo te engañes. Y por eso te interese un juramento sin fecha de caducidad, lo más cercano a mi contrato de compra-venta, sobre valorado.
Barroca, porque así tuve que ser, no tolero la más pequeña imperfección en la perla, yo no tengo ese compás del que sabe nadar, del que se dedica a hacer el amor. Soy más bien musical y parlanchina, aunque cada vez más -y más todavía- he aprendido a callar, a mantener la calma mientras bebo un martini. Soy la que está sentada y así quiere seguir, la que se cansó de gritar sin que la escucharan, la que se queda sola en una banca del parque en medio de la tormenta. La desvelada, la que que no pesa, la que no deja. Soy la que no espera nada -¿o la que lo espera todo?- la egoísta, la cantante, la inválida, la triste, la cándida.
Nunca podré leerte en voz altísima al Mallarmé del que tanto me hablas, del que sólo necesitaste una linea para tocarme.
Soy esa mujer, no te engañes, justo la que no quieres para el resto de tus días.

4 comentarios:

Blas Barajas, escritor dijo...

Se parece a la chica triste que te hacia reir, me refiero a la persona del texto. Saludos

Pesadilla dijo...

-¡Mira!¡Una mujer real! El ùnico rasgo de la falsedad conocida es el martini, pero lo demàs parece tan... tan... comùn.

-Shhhh, està despertando, no te muevas, ahorta...

-Ella abre los ojos y...

Aleita! dijo...

es la chica triste que lo hacia reir...

Cicuta drinker dijo...

Ya no recuerdo bien
cuáto tiempo llevo inmerso
en esta soledad...
Perla, Perla,
ya estabas ahí.

J.M. Aguilera.