lunes, enero 12

Carmencita, mi prima, es una mamá

Siempre me está cuidando. Que no te bajes de la banqueta, que fíjate al cruzar la calle, que ponte el cinturón de seguridad. Siempre, siempre. Lo bueno es que no me prohibe fumar, tal vez sólo porque ella también lo hace. Me lleva temprano a mi casa, paga mi parte de la cuenta, me compra chunches en el otso.
Ayer, después de su gradución fuimos al oasis de la cruz. Todos estabamos destrozados. Después de unos tacos ahogados y unas micheladas fuimos a Cibeles por un helado. Los pisos estaban taaaan limpios que a Junior y a mí nos dio por jugar a que yo me agarraba de su brazo y él me deslizaba. Entramos -para cortar camino, por Liverpool- y se me ocurrió seguir bromeando con Ju. En eso andabamos, los dos cagados de la risa (como si en verdad eso fuera divetido) cuando escuchamos la voz de Carmenchú detrás de nosotros:
-No jueguen aquí, porque hay muchas cosas que se pueden romper!!-