Estoy segura de recordar el momento cuando supe que no me volvería a enamorar.
Estaba tendida en mi cama. Tenia los pies desnudos y helados. No podía dejar de mirarlos y entonces lo supe.
Nada pasaba.
Me preguntaba si a toda la gente le parecía interminable justo esa hora, la que marcaba el paso de un día a otro, de 12 a 1. Imaginé que alguien, en algún lugar, cercano o lejano, compartía mi inútil pensamiento pero que eso ya no importaba más.
De nuevo, todo resultaba infructuoso en mis terribles ansias por encontrar coincidencias entre él (cualquiera) y yo. Estaba en el mismo lugar de siempre.
Alguien que amé me dijo que la crudeza de las relaciones se manifiesta en una paradoja: cierto es que los medios electrónicos acortan las distancias pero también las vuelven abismales, agotadoras de paciencia.
6 comentarios:
No había reparado nunca en el poema de solem que está justamente arriva de esto. Me pareció muy curado el post, pero no puedo evitar estar parcialmente en desacuerdo.
Salud, con whisky
Aunque profe de Lengüística y no de Gramática, me impulsa el compromiso ético profesional de orientar su redacción: hay demasiado "que" consecutivo en su primera línea: "Estoy segura que recuerdo el momento en que supe que no me volvería a enamorar". Fíjese en esta versión: "Estoy segura de recordar el momento cuando supe que no me volvería a enamorar". ¿Eh?
P.D. Yo por eso me quito los calcetines sólo para bañarme
qué haria sin usted, profe!
No se vea los pies, eso hace que la gente piense cosas malas. Además, creo, es mejor no pensar.
un beso, gracias por pasar al bar
yo quisiera verte los pies, y para que veas que no soy un degenerado, aunque bien las apariencias ya no aseguran nada, puedes pasar a echarme unas miradas. cuando menos podrás darte una idea de que mis fetiches están bien encausados.
soy eduardo mercado, y ya soy tu compa de facebook
y si me das de alta en el mensajero?
para sobrevivir entre las 12 y la 1
yo blogeo
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